Materializar un manuscrito iluminado en la Italia del Trecento: El «Comentario a las Tragedias de Séneca» de Nicolás Trevet (Salamanca, Biblioteca General Histórica, Ms. 2703)
Jorge Jiménez López
Materias IBIC - BISAC
- WCS - Antigüedades y coleccionables: libros, manuscritos, ephemera y material impreso
Resumen
Entre los libros del arzobispo Diego de Anaya y Maldonado (Salamanca, 1357-Cantillana, 1437), fundador del Colegio Mayor de San Bartolomé, sobresale el códice con el Comentario a las Tragedias de Séneca de Nicholas Trevet, hoy en día conservado en la Biblioteca General Histórica de la Universidad de Salamanca con la signatura Ms. 2703.
El manuscrito, desconocido por la comunidad científica, especialmente la internacional, se erige en un referente esencial para los estudios literarios, filológicos y artísticos. Constituye un temprano testimonio de la circulación de la obra en Castilla y su extraordinaria factura delata el gusto por la refinada producción italiana, precisamente por uno de los artífices más sobresalientes del periodo: el miniaturista Stefano Masi dell’Aquila.
Su análisis permite a Jorge Jiménez López reconstruir el proceso de materialización de este proyecto: desde las fases preliminares, con el diseño del texto y del repertorio ilustrativo, a la presentación de la muestra al promotor para formalizar el encargo o al reparto de las labores de iluminación en los talleres de Nápoles y Roma. La persistencia de señales y cambios sobre el proyecto inicial desvelan la incidencia del gusto y de los recursos de quien financia la ejecución de un libro en aquel momento histórico: la notable familia napolitana de los Sanseverino. En este sentido, estamos ante un magnífico ejemplo del modo de trabajo y de las fases de elaboración de un códice medieval, en un contexto igualmente singular en la producción de estos artefactos: la Italia del Trecento.
La temprana llegada del volumen al Estudio salmantino revela no sólo el interés de Diego de Anaya y de sus colegiales por la obra de Nicholas Trevet, sino que acredita nuevas vías de intercambio artístico e intelectual entre ambas orillas del mediterráneo, tramando redes entre Aviñón, Nápoles, Roma y Salamanca; unas conexiones todavía por explorar y que suponen un sustrato esencial para el florecimiento del Humanismo en Castilla.