Una tierra en rojo y negro
Óscar Lilao Franca, Diego Corral Varela, Susana González Marín
Materias IBIC - BISAC
- GM - MUSEOLOGÍA Y ESTUDIOS DEL PATRIMONIO
- 1QDAE - Antiguo Egipto
Resumen
Los estudios egipcios en 2022 están de celebración. Por un lado, en 1922 se anunció el redescubrimiento de la tumba del joven faraón Tutankamón por parte del equipo liderado por H. Carter. Por otro, y muchísimo más relevante, hace doscientos años Champollion publicó su célebre Lettre à M. Dacier relative à l’alphabet des hiéroglyphes phonétiques, que supone el primer paso en firme del desciframiento de todo el sistema de escritura jeroglífica y, con ello, se inaugura la egiptología moderna tal y como la conocemos hoy en día.
Sin embargo, el fascinado interés por el Egipto antiguo ha sido constante al menos desde los primeros escritores griegos hasta la actualidad y, en buena parte, la labor de la egiptología científica ha sido la de desbrozar la disciplina de los mitos y prejuicios que la egiptomanía había venido produciendo a lo largo del tiempo. Desde esas duales tierras «roja» (dšr.t), el desierto, y «negra» (km.t), la inundada por la crecida del Nilo –como los antiguos moradores denominaban su región– Egipto, incluso en su nombre, ha continuado siendo inventado y reconstruido durante siglos a través de los ojos ajenos de viajeros, eruditos, conquistadores, artistas, aventureros y ladrones.
De este modo, la accidentada transición de las tierras «roja» y «negra» al Egipto de la imaginación occidental penetra en y constituye también una parte de la cultura del continente europeo, como los fondos de la Biblioteca General Histórica de la Universidad de Salamanca permiten asimismo ilustran. Es esa misma fascinación, a veces contraproducente y engañosa, por el país del Nilo, el de las pirámides y las momias, el de los jeroglíficos y los obeliscos, la que esta muestra permite entrever.